miércoles, 13 de junio de 2012

Julio 2011. Llegamos a España


Recién casados y con una cuenta corriente con algunos eurillos que nos habían regalado por la boda llegamos a España.


No podría describiros mi felicidad. Era verano, hacía calor (veníamos de morirnos de frío en el cono sur), la ciudad me parecía fascinante, limpia, moderna. Y la casa... se me saltaban las lágrimas de estar otra vez en ella. Es increíble como 4 paredes y unos cuantos muebles de Ikea pueden hacer que te sientas tan a gusto. Estaba relajada, feliz, en paz.


10 horas después de llegar nos fuimos de vacaciones a la playa. Más chulos que un ocho. Oye, si total ahora en agosto no se mueve nada, ya empezaremos a buscar curro en septiembre. Y allí estuvimos tres semanas. No una, ni dos, sino tres. Como los ricos.


La última semana de agosto y las primeras de septiembre nos dedicamos al papeleo. La tarjeta de residencia de él, el alta en el Inem (muy importante puesto que yo tenía derecho a cobrar el paro), la tarjeta sanitaria, el empadronamiento, etc, etc, etc.


Y no contentos con las tres semanas de vacaciones que nos pegamos en la playita y como no habíamos tenido viaje de novios y como total hasta finales de septiembre no se mueve nada... nos fuimos de viaje... otra vez. Sólo tres días, pero al continente africano y a hotelazo. Como los ricos.


Y heme aquí 10 meses después sentadida delante de mi ordenador escribiendo sobre como buscar trabajo y no morir en el intento.

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