Queridos Reyes Magos:
No hace falta que os
cuente lo buena que he sido este año, porque como sois magos, sabios y tenéis
súper poderes todo lo sabéis.
En el plano profesional he
sido tan constante, perseverante y cabezota que he encontrado trabajo. Decidme
si eso no merece un buen premio ¿eh? ¿eh?
En el plano conyugal he
sido una esposa ejemplar. No siempre, oye, que una no es tonta. Y es que el
pollo tampoco ha sido el marido modelo en todo momento. Pero el balance es muy
bueno.
En el plano familiar he
sido esa hija y esa hermana que todos quieren tener. Bueno, no todos. En el caso de mi familia no
tienen opción porque soy la única hija y la única hermana. Menos mal que yo me
hago querer.
En el entorno doméstico
he mirado cada euro como si fuera el último antes de gastarlo. Lástima que la
virtud de la austeridad se desvanezca con la primera nómina.
El primer regalo que pido
es un empleo para mi marido. Puede que parezca ambicioso por mi parte querer
encontrar dos trabajos en los tiempos que corren, pero es que el hombre se lo
merece. Y yo también, qué demonios, a ver si a este paso se va a aburrir y se va
a querer volver pa las Américas.
Vuestro amigo el gordo
barbudo vestido de rojo me trajo de regalo una gripe de la que no me libro ni
con agua caliente. Os pido por favor que me devolváis la salud que ese c*****
me quitó. Y que se descuide, que en cuanto me recupere le voy a meter el virus
por donde le quepa. Y por donde no también.
Por cierto, que ese
personaje os está quitando mucho protagonismo. Yo no quiero meter el dedo en el
ojo y apretar hasta que se hunda, pero el muy HP se ha adueñado de la navidad.
No hay más que ver la decoración en los centros comerciales y en las casas. En
todo está él. Ahí, todo gordo, barrigón y sin afeitar. Si yo fuera vosotros me
andaría con mucho ojito.
Ya no os respetan ni los
comercios, que como consideran que el boom navideño ha pasado pues empiezan las
rebajas el 2 de enero. Sí, sí, estupendo para los compradores, pero entre nosotros,
es un menosprecio a vuestras personas.
Por último os pido
deshacerme sin esfuerzo de los tres kilos que me acompañan desde que empezaron
estas fechas tan señaladas. Lástima que la gripe no haya traído consigo (mejor
dicho conmigo) la pérdida de apetito que le caracteriza. Todo lo contrario, como no puedo moverme
mucho porque no tengo fuerzas pues me dedico a engullir. Y así me va, claro. A
este paso voy a acabar como el c***** ese que me robó la salud.